Tercera y última parte del resumen sobre la labor del psicoterapeuta,
escrito por Chris Kleinke. En esta sección vamos a hablar sobre los obstáculos
que se presentan durante el proceso psicoterapéutico. Los que hayan atravesado
este camino (tanto paciente como terapeuta), saben perfectamente que el camino
al cambio no siempre es suave: hay
altibajos y obstáculos que deben saber cómo superarse. Enfrentarse a uno
mismo, con sus virtudes y falencias, siempre es una tarea ardua y llevadera.
Para ello, es necesario tener en cuenta varios principios
básicos en la tarea de la psicoterapia:
A. Trabajar al ritmo del paciente: Ir a un paso que el paciente pueda soportar y que al mismo
tiempo se lo pueda animar a dar esos
pasos eficazmente. El cambio comienza cuando está preparado para asumir
riesgos reales.
B. El paciente es responsable
de su cambio: El éxito que
experimenta en la terapia siempre se lo atribuye al paciente y no al terapeuta.
¿Por qué? Porque si bien el terapeuta trabaja conjuntamente con el paciente, este ultimo es quien debe generar las
fuerzas para superar los obstáculos de su vida.
C. El cambio requiere
acción: El paciente debe ser
fomentado para que participe activamente
de sus propias acciones; además de que habla, también debe hacer.
D. El cambio requiere
riesgos: Básicamente se necesita mucho
valor para enfrentar situaciones límites que le obliguen a abandonar sus formas habituales de pensar y actuar (alejarse de su “zona
de confort”) y aventurarse a un terreno desconocido. Siempre es doloroso el
cambio y siempre da miedo, por lo que el paciente deberá convencerse de sus ventajas y animarse a que se enorgullezca de sus logros.
¿Y por qué es difícil cambiar? Por la RESISTENCIA, y hay diversas razones de esta dificultad:
1. El cambio asusta: La resistencia actúa como una autoprotección, ya que al
abandonar estilos que resultan familiares, implica renunciar a una parte de sí mismo (algo que posiblemente se
encuentre en el orden de lo estructural).
Este coraje de abandonar la resistencia debe ser reconocido por el terapeuta.
2. Personas reactivas: El paciente tenderá siempre de manera casi natural a
reaccionar en contra de aquella que sea una influencia o presión de otro.
Perciben que su sentido de “libertad
personal” se ve amenazado e intentan individualizarse del terapeuta.
3. Interferencias de otros: Los amigos y familiares pueden estar tan asustados del
cambio como el paciente mismo, por lo que se debe tomar en consideración a dichas personas, e incluso citarlas junto
con el paciente a sesión si es necesario. El terapeuta, en este caso, puede
enseñarle a su paciente ciertas competencias que le permitan negociar con aquellos que pueden estar oponiéndose a sus esfuerzos.
4. Logros secundarios: El famoso “beneficio
secundario del síntoma” que lo mantiene en su zona de confort. Es necesario
cubrir las necesidades de esos síntomas en una forma más adaptativa.
5. Falta de competencias: Hay que tener cuidado de que el paciente tenga el entrenamiento
suficiente para llevar a cabo el cambio adecuado, por lo que enseñarle competencias para el cambio
resulta fundamental.
6. Pesimismo: Lograr que el paciente crea en sus capacidades hace bajar su nivel de desesperanza, lo que
evita un posible autoboicot en sus
metas terapéuticas.
Características
principales de la resistencia:
·
Comportamiento antiterapéutico
(faltar a sesión sin avisar, no tener continuidad…).
·
Desaprobar las
actividades terapéuticas (alimentar al beneficio secundario del síntoma…).
·
Falta de adherencia a
las metas terapéuticas (posibles interferencias de otras personas…).
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