Muchas
veces se escucha hablar u opinar de nuestro barrio sin tener en cuenta el todo.
Es como si el barrio estuviera fragmentado en varios sub-barrios sin
reciprocidad aparente. El resultado es que pareciera que todos seamos
extranjeros del propio barrio, pero en el sentido de que no hay noticias de
unos o de otros.
Siempre
traté de hacer hincapié en eso, de que se tuviera en cuenta TODA Ciudad Celina,
y no el Casco Viejo, la zona que comenzó todo. No hay que olvidar que existen
los barrios Sarmiento y Vicente López (y ahora el barrio José Hernández), los
edificios de Gral. Paz y Ricchieri, el barrio Sagrado Corazón, los barrios de
Las Achiras y 17 de Noviembre, y el barrio Urquiza. Y en el medio de todos
estos barrios, el conglomerado de cooperativas de vivienda en el que hay
manejos muy dudosos (ya había hablado de esto el año pasado).
Celina
empezó como un pequeño barrio de 50 manzanas (Ricchieri, Gral. Paz, Juan Rava y
Olavarría son sus límites), pero con el correr de los años fueron sumándose
otras zonas que lo expandieron aún más; entre la inmigración, las cooperativas
y todas las problemáticas que eso conlleva, hacen de la Celina actual un manojo
de problemáticas que necesitan ser atendidas.
El
problema radica ahí: hay una excesiva diversidad cultural que impide la
aceptación de parte de un grupo de gente, tanto de un extremo como del otro.
Eso sumado a la ausencia total de las instituciones y entidades que
supuestamente deberían planificar maneras de armonizar estas dificultades, lo
cual hace que todo se agrave todavía más.
Hay
gente que esto lo entiende muy bien, pero hay otras personas que no. Y esto da
como resultado que haya una increíble falta de comunicación entre las entidades
más importantes de Celina, ya que todos están aislados unos con otros y
ocupándose de asuntos que no son tan importantes.