¿Cuánto nos cuesta despegar de los mandatos que no queremos?
Seguramente muchos conocen la legendaria trilogía del
Padrino, protagonizada por nada menos que dos titanes del cine: Marlon Brandon
y Al Pacino, interpretando respectivamente a Vito Corleone y su hijo Michael
Corleone. Esta saga no solo revela cómo es la interna de las mafias italianas
radicadas en los EEUU del ’40, sino también revela la interna familiar que se
disputa entre los hijos de Vito Corleone, los roles a futuro que se tienen para
cada uno y, lo más importante, si ellos ACEPTAN o no esos roles, con sus
respectivas consecuencias.
Más allá de que recomiendo encarecidamente ver las primeras
dos películas, hay elementos desde los roles familiares que resultan muy
interesantes de analizar. Es el ABC de lo que tratamos de hacer como
psicólogos, que no es otra cosa que CUESTIONAR si los roles que uno como
miembro recibe (y que además acepta) son realmente lo que nosotros queremos, o
dicho de un modo más técnico, que estén en
sintonía con nuestro deseo, con lo que queremos construir como proyecto de
vida.
El ejemplo más notorio sin dudas es el de Michael, quien en
principio fue un héroe de guerra en el ejército y poseía un futuro prometedor
dentro de las fuerzas armadas (todo conseguido por mérito propio), y sin
embargo, la desesperación de ver a su padre Vito en peligro de muerte lo hace
llevar a comenzar otro camino del cual uno no puede sentir más que impotencia
ante el nuevo rumbo de su vida: durante las primeras dos películas se revela
que no solo continuó el mandato como “Padrino” sino que además devino en un ser
despiadado, quien no tuvo reparo en asesinar a quien se le cruzara en sus
objetivos...
La misma observación puede hacerse con Fredo, el hermano de
Michael. Durante las películas se deja entrever que Fredo no posee la actitud
necesaria para ser parte del circuito mafioso (es temeroso, inseguro e
incrédulo) y que de hecho se sugiere que él sería más feliz y más seguro de sí
mismo realizando cualquier otro proyecto de vida que no sea ese; sin embargo
hay un ansia de poder que lo incita a quedarse en el “círculo de los Corleone” e
incluso rivalizar con Michael, a quien le reclama en la segunda película que
siempre lo tienen como el “tonto e inútil” y que “merece respeto”…
Llegados a este punto… cabe preguntarse: Si tanto Michael
como Fredo poseían puntos de vista distintos a su familia sobre cómo realizarse
como individuos ¿por qué no lo hicieron?
¿Por qué prefirieron elegir el camino que su padre Vito eligió para ellos a
expensas de su libre elección? ¿Por qué importó más quién podía ser “mejor
que el otro” una vez que el puesto de “Padrino” estaba en disputa? ¿Hasta qué
punto llegó esta rivalidad por ver quién era mejor que el otro? ¿Cómo creen
ustedes que pueden terminar estos caminos elegidos?
Eso deberán averiguarlo ustedes mirando la trilogía, que les advierto que es larga, pero vale enormemente la pena. En especial para tomar conciencia de la GRAN importancia que tienen los padres para inculcarles valores sanos y de autonomía a sus hijos.