viernes, 21 de abril de 2023

Lola, Ámbar y Ludmila

Durante mi paso por los acompañamientos escolares, me tocó estar unos pocos meses en un preescolar del estado en capital. Allí conocí un curso muy pequeño, de no más de 12 o 13 chicos, donde la mayoría de ellos se ganaron mi afecto.

En uno de esos tantos días, el muchacho que acompañaba (un chico muy complicado, con pocas esperanzas para el futuro) estaba sumamente entretenido jugando solo con los bloques, armando camiones sin la necesidad de que yo intervenga. Estaba en su mundo. Era mi oportunidad de observar al resto.

Cada vez que me tocó acompañar algún niño que estaba entretenido y concentrado en lo que había que hacer, me daba el lujo de ir husmeando a los demás integrantes del curso. Y si podía aportarles algo que fuera útil, mejor.

Como en esta ocasión sólo había que pasar el tiempo jugando, llego a la mesa de estas tres mujercitas. Estaban con pocas ganas de jugar, así que se dedicaban a dibujar y hablar entre ellas. Como ya se había generado un vínculo con ellas, naturalmente no paraban de bombardearme contándome cosas que hicieron durante el fin de semana o lo que hicieron con sus familias ni bien me acerqué.

Es entonces cuando se me ocurre plantearles lo que yo considero (y me hago cargo de que es una actitud vanidosa) un as en la manga. Romper el hielo con una adivinanza ultra difícil que alguna vez leí cuando tenía unos 10 años y que hasta el día de hoy, incluso para un adulto, resultaría difícil de deducir.

Es entonces cuando les planteo la siguiente pregunta: «Si lo nombro, lo rompo. ¿Qué es?»

Las chicas se quedaron pensando unos segundos… se miraban entre ellas y luego miraban a su alrededor, tal vez suponiendo que la solución estaría en algún objeto que estuviera en la sala.

¡Una silla! -dijo Ludmila

¡Un vaso! -dijo Lola

¡Un lápiz! -dijo Ambar

¿Un plato? -dijo Lola de nuevo

Y así varias respuestas más, que de alguna forma tenían que ver con objetos delicados… pero no era esa la respuesta. Así que decidí darles una ayudita:

No, esperen… escuchen bien… si lo nombro, o sea, si vos lo nombras (la señalo a Lola)… se rompe. No se trata de algo que se toca… con solo nombrarlo… ya lo rompés.

Silencio de misa. Las tres quedaron muy pensativas, durante largos segundos… 

Lola atinó a decir dos objetos más de los cuales se arrepintió inmediatamente al figurarse de que se podían tocar. 

Ludmila se reía y simplemente dijo: "No sé".

Hasta que Ámbar súbitamente concluyó: ¿Un secreto…?

Si soy estricto, no era exactamente la respuesta. Pero no dejó de sorprenderme el nivel de abstracción que logró esta chica de nada menos que 5 años de edad. En efecto, la respuesta era “el silencio”… solo que lo dijo con otra palabra que podría considerarse un sinónimo: si uno tiene un secreto, la mejor forma de guardarlo es permaneciendo en silencio.

Asi que le expliqué eso a Ambar y que su respuesta me gustó mucho. Jamás me deja de sorprender el potencial que puede tener un niño, y más cuando uno pone a prueba su inteligencia.

domingo, 16 de abril de 2023

Un techo

Anoche vivencié algo revelador. No solo me sacaron literalmente de un pozo en el que me encontraba y que no encontraba manera de salir… sino que además me dieron un motivo por el cual no ponerme un techo imaginario que me limite a seguir “expandiéndome” como persona.

Siempre me agarra esta particular sensación, de caer en la tentación de no dar un paso más. De plantar bandera hasta un determinado punto, con la idea de que mi humanidad tiene un límite. Ya me pasó una vez (la primera vez) en la adolescencia, y ahora aparece de nuevo… ¿tiene que ver con etapas? ¿o es simplemente “buscar una oportunidad” de no seguir creciendo?

Si vamos bien a lo psicoanalítico, tiene que ver con el goce, esa cosa de llegar a un punto en decir “basta”, pero ese es precisamente el error… ser alguien completamente distinto a lo que no comparto es mucho más complicado de lo que uno imagina. Ahora entiendo que no importa todo lo que uno no lo identifica o toda la rabia que se pueda tener contra lo que no se puede…

Lo importante es que a partir de este año las cosas a trabajar están bien focalizadas… y tengo gente a mi alrededor que me valora mis esfuerzos. Yo también tengo que valorarme más a veces…