lunes, 19 de agosto de 2019

El estudiante universitario

El estudiante universitario se enfrenta con diversos desafíos relacionados a metas académicas y su resultado final es la obtención del título junto con su futuro ejercicio profesional. Para ello, necesita desarrollar determinadas competencias que son específicas dentro del ámbito universitario, tales como: el estudio reflexivo y crítico de los textos, tomar nota en clases, formular preguntas a docentes y compañeros, tener perseverancia en el cumplimiento de los deberes, elaborar síntesis y redactar determinados informes, monografías y evaluaciones (Furlan, Ferrero & Gallart, 2014). El estudiante debe ser capaz de elaborar un proceso de adaptación en el cual pueda cumplir con las exigencias cotidianas del ambiente universitario; sin embargo, a esto se le suma una exigencia adicional y es el manejo de las expectativas a futuro sobre el ejercicio de su carrera, por lo que el accionar de los profesores cobra importancia al momento de contribuir o impedir dicha adaptación a la vida universitaria (González Ramírez & Landero Hernández, 2007).

¿Pero a qué se le llama “vida universitaria”? Para ello es menester ubicarlo dentro lo que se conoce como “educación superior”, la cual alude a la última etapa del proceso de aprendizaje (siendo la universidad una de las instituciones que generan este tipo de enseñanza) y que corresponde a un paso posterior de la educación secundaria. Dentro de este ambiente es donde se sumerge el estudiante universitario, en donde cada aprendizaje, tanto desde las materias como desde su adaptación al ambiente, le ofrece un escalón más hacia su logro académico (Polanco Hernández, 2005). Hay que tener en cuenta que dichos estudiantes deben ser contemplados en cuanto a sus necesidades individuales, por lo que no solo depende de sus procesos de adaptación sino también de que este ambiente universitario ofrezca recursos facilitadores que propicien dicha adaptación, y en este caso es la parte que deben cumplir los profesores. Estas situaciones de mediación entre estudiantes y profesores son habituales y constantes durante la etapa universitaria, de gran relevancia para que el estudiante sea capaz de poner en juego recursos personales y así enfrentar todos estos procesos de manera exitosa (Furlan, Sánchez Rosas, Heredia, Piemontesi, Illbele & Martínez, 2012). Esto se manifiesta en el estudiante como un conjunto de competencias que requieren habilidades muy variadas y de condición necesaria para alcanzar el rendimiento adecuado en el ambiente universitario, principalmente el manejo del tiempo y de las prioridades de cara a las actividades que van surgiendo progresivamente en la carrera. Sin embargo, esto va más allá de una buena gestión temporal: implica también cumplir con lo planeado, evaluar su implementación y realizar los ajustes necesarios (Furlan et al. 2014). Frente a este desarrollo de habilidades, el estudiante se enfrenta a dos cuestiones importantes (Valle Arias, González Cabanach, Núñez Pérez, Suarez Rivieiro, Piñeiro Aguín, & Rodríguez Martínez, 2000): la primera tiene que ver con las metas que desea conseguir y la segunda tiene que ver con los recursos que pondrá en marcha para conseguirlo. Dicho en otras palabras, el estudiante se plantea la siguiente pregunta: “¿qué quiero obtener con esto y cómo debo hacer para conseguirlo?”; esto da como resultado un proceso que resulta ser recíproco y que combina motivos y estrategias para resolver sus situaciones académicas.

Otro aspecto para tener en cuenta es que el nivel de adaptación de los estudiantes estará íntimamente afectado por sus factores individuales y personales. Cada uno de ellos está atravesado por una historia de vida en la cual han construido su sistema de aprendizajes y valores, por lo que supone un desafío extra para los profesores ya que tendrán la tarea de facilitar la adaptación al ambiente universitario de tal manera que todos los estudiantes tengan la posibilidad de conciliar ese proceso, y ese éxito depende también de cómo el estudiante haya logrado sumergirse en ese ámbito. Tal como lo mencionan Rodríguez Soriano & Torres Velázquez (2006), no solo el estudiante tiene la exigencia de entender cómo moverse en un ambiente universitario, sino que el profesor también tiene esa exigencia, pero de capacitar y promover el desarrollo de los estudiantes que tiene a cargo.

Hay otros aspectos del estudiante por fuera del ámbito universitario que se pueden observar, y lo conforman varios factores que influyen directa o indirectamente en el mismo. El área familiar resulta fundamental como factor influyente en las habilidades a desarrollar del estudiante, ya que el contexto en el que ha crecido obtuvo cierta valoración positiva o negativa de su familia, además de las expectativas, canales de comunicación, preocupaciones propias colocadas en el estudiante y la percepción de apoyo que ellos le prestan. Por supuesto también es relevante a la inversa, es decir, la manera en que el estudiante percibe su círculo familiar y la dinámica que se desarrolla. Estos factores determinan en el estudiante la construcción sociocultural que puede llegar a favorecer o limitar sus recursos de adaptación y, posteriormente, su adaptación universitaria. La situación económica de la familia también repercute en el estudiante: se le exige que ayude económicamente para resolver las necesidades del hogar; asimismo, hay estudiantes con hijos y sus obligaciones prioritarias son otras, tales como encargarse de todas las labores domésticas y de crianza (Feldman, Goncalves, Chacón-Puignau, Zaragoza, Bagés & De Pablo, 2008).

El área social e interpersonal también cobra importancia y sobre todo considerándolo en términos de apoyo social, que podría ser un gran potenciador del desempeño satisfactorio y por consiguiente ayudar a que se afronten las situaciones académicas con mayor eficacia, pero… ¿qué se entiende por “apoyo social”? Feldman et al. (2008) explican que todo apoyo que la persona recibe de otros junto con sus recursos puede brindarle no solo un soporte emocional sino también ofrecerle la oportunidad de que comparta intereses comunes por las cuales se sienta comprendida y respetada. Todo esto dependerá no solo de los recursos brindados sino también de la percepción que la persona tenga de ellos, por lo que se puede conjeturar de que el apoyo social es un fenómeno que envuelve elementos objetivos y subjetivos en cuanto a eventos actuales y percepción del individuo respectivamente (Turner & Marino, 1994).

Bibliografía:
·         Furlan, L.A., Ferrero, M.J. & Gallart, G. (2014). Ansiedad ante los exámenes, procrastinación y síntomas mentales en estudiantes universitarios. Revista Argentina de Ciencias del Comportamiento, 6 (3), 31-39.
·         González Ramírez, M. T. & Landero Hernández, R., (2007). Escala de cansancio emocional (ECE) para estudiantes universitarios: Propiedades psicométricas en una muestra de México Universidad Autónoma de Nuevo León (México). Anales de Psicología, 23 (2), 133-140.
·         Furlan, L., Sánchez Rosas, J., Heredia, D., Piemontesi, S., Illbele, A., & Martínez, M. (2012). Estrategias de aprendizaje y afrontamiento en estudiantes con elevada ansiedad frente a los exámenes. Anuario de Investigaciones de la Facultad de Psicología, 1 (1), 130-141.
·         Polanco Hernández, A. (2005). La motivación en los estudiantes universitarios. Actualidades investigativas en educación, 5 (2), 1-13.
·         Valle Arias, A., González Cabanach, R., Núñez Pérez, J.C., Suarez Rivieiro, J.M., Piñeiro Aguín, I. & Rodríguez Martínez, S., (2000). Enfoques de aprendizaje en estudiantes universitarios. Psicothema, 12 (3), 368-375.
·         Rodríguez Soriano, N.Y. & Torres Velázquez, L.E., (2006). Rendimiento académico y contexto familiar en estudiantes universitarios. Enseñanza e Investigación en Psicología, 11 (2), 255-270.
·         Feldman, L., Goncalves, L., Chacón-Puignau, G., Zaragoza, J., Bagés, N. & De Pablo, J., (2008). Relaciones entre estrés académico, apoyo social, salud mental y rendimiento académico en estudiantes universitarios venezolanos. Universitas Psychologica, 7 (3), 739-752.
·         Turner, R. & Marino, F. (1994). Social Support and Social Structure: A Descriptive Epidemiology. Journal of Health and Social Behavior, 35, 193-212.