prepotencia
1. nombre femenino
Ejercicio de un poder que
es muy grande o superior al de otro,
en especial cuando se hace
de manera abusiva.
lameculos
1. adjetivo/nombre común
coloquial
[persona] Que alaba de
forma exagerada e hipócrita o trata
de agradar a alguien con el
único fin de conseguir un favor
o un beneficio.
o un beneficio.
No hay nada que me rompa más las pelotas en esta vida que ver a una persona prepotente, jactanciosa, fanfarrona, con el ego subido a la cabeza y encima dándose el lujo de hacer ver a los demás como un montón de brutos que nunca van a llegar hasta el nivel de su preciado pedestal.
Me di cuenta durante estos
años que todas aquellas personas con los requisitos anteriormente mencionados
me caen para la mierda. No los paso, no los tolero, no los entiendo, y sobre
todo, no puedo soportar el impulso de decirles lo MUCHO que me repugnan.
La idea no es poner ejemplos
de nadie ya que, además de que no son pocas las personas así (y no terminaría de escribir más), tampoco creo que sea necesario aburrir con cada ejemplo concreto ya que éstos sobran y, acá entre nos, todos conocimos alguna vez a esta clase de gente… y si no conociste a ninguna, temo
informarte que sos uno de ellos… y que muy probablemente jamás te des cuenta de
lo imbécil que te ves dándote ínfulas de señor superado (o señora superada; el
orden de los factores no altera el producto).
Pero el problema no está solamente
en este tipo de gente porque, si sólo ellos
fueran el problema, se habrían extinguido hace mucho tiempo. El problema está
en que también está ese otro tipo de gente (que los detesto igual o peor que a
los prepotentes), a los que podemos catalogar como lameculos;
unos pobres arrastrados conformistas que no saben valorarse a sí mismos y por
ello sólo pueden vivir su vida felizmente si a estos prepotentes les hacen
cumplidos y halagos… ¿El resultado? Empeorar aún más el grado de pelotudez tóxica
que tienen ambos por igual.
Por lo tanto, es evidente que
ambos son el problema. Así como con cualquier persona con ciertas dificultades,
no podemos contemplarla en forma aislada: siempre hay algo mutuo del otro lado
que contribuye a mantener ese circulo vicioso que nunca se corta y que mantiene
a flote ese tipo de conductas. Lamentablemente, esto incluye al tema que nos
compete.
Y más lamentable aún, es
el hecho de que están en todas partes: en el colegio, en la universidad, en el
trabajo, en el barrio, en la familia… Sencillamente no podemos escapar. Por lo
que sólo queda una de dos: o demostramos clase y los ignoramos, o demostramos
nuestra ira asesina y los puteamos a todos.