lunes, 2 de diciembre de 2013

La mujer del vestido blanco

Noche 1
Me desperté muy agitado. Eran las 4 de la mañana cuando pasó. Fue una sensación perturbadora, como si algo o alguien me hubiera puesto los pelos de punta. Un escalofrío que me recorrió desde el pelo hasta la punta de los pies. No se trataba de una pesadilla. De hecho, ni siquiera se lo que estaba soñando. Lo único que recuerdo es tranquilidad, un aura de paz a mí alrededor. 

De repente esa aura empezaba a cambiar: sus destellos de luz se tornaban cada vez más oscuros hasta que se convirtió en algo cuya forma sólo la pude describir como maligna. Parecía que algo estaba "invadiendo" mi propia cabeza. Y entonces desperté. Estaba todo oscuro. Tenía la rara sensación de que no estaba solo. Todo mi entorno parecía ser sospechoso de lo que acababa de pasar. Corro las cortinas. La luz de la luna entraba desde mi ventana, delatando que no había nada fuera de lo normal. Eso me devolvió el aliento. Dejé las cortinas abiertas. Decidí esperar tranquilo en mi cama hasta que el sueño me invadiera de nuevo.


Noche 2
Tuve un sueño bastante extraño. Soñé que estaba en un campo floreado, lleno de mesetas y árboles. El cielo, sin embargo, contrastaba con lo que veía en tierra: nubes grisáceas cubriendo todo, dejando caer una leve llovizna. Caminaba por aquel campo que parece no tener fin, cuando escuché una voz a mis espaldas que dijo: "por acá, mirá". Me di la vuelta inmediatamente, pero no había nadie a mi alrededor. 

¿Quién me estaba llamando? Todo lo que veía era campo, campo y más campo. "¿¡Quien anda ahí!?", dije... Pero nadie responde. Súbitamente comenzó a haber un temblor tan fuerte que me hizo caer al pasto y, al momento de impactar, me desperté de un salto. Lejos de asustarme, quedé muy intrigado: ¿De quién era esa voz? Sonaba como si fuera una mujer...


Noche 3
Esto se ponía cada vez más interesante o más aterrador. Ayer soñé que estaba en la playa, durante pleno atardecer. El mar estaba tranquilo. Las olas traían consigo la luz del ocaso que me recorría las mejillas. Estaba a orillas del mar, con los pies descalzos y el agua me mojaba los pies. Contemplaba el atardecer, completamente solo. Me dí cuenta que alguien más estaba conmigo, pero no sabía quién era. También observaba el atardecer como yo. Una mujer con un vestido largo y blanco; de pelo negro, tan largo que le llegaba hasta la cintura. Estaba a mi izquierda, justo a la misma distancia que yo, pero más alejada. Aun así lograba ver su cara. Era una chica joven, de no más de 25 años. Parecía estar algo pálida.

La chica giró su cabeza hacia mí, me miró fijamente a los ojos y esbozó una tímida sonrisa. El problema era que no sólo estaba pálida: literalmente estaba blanca como un papel. Esto hacia que sus ojos marrones resaltaran aún más en su cara. Casi parecía que estaba mirando a un muerto y no a una chica. La sangre se me heló. Tenía deseos de correr, pero me sentí inmóvil. Era una sensación desagradable: como si tuviera los pies pegados a la arena. Y entonces desperté... ¿Qué se supone que fue eso? ¿De dónde salió esa chica?


Noche 4
Aparentemente algo no iba bien. Toda esta seguidilla de sueños raros parecían obedecer una cierta secuencia. Y el eje de todo esto siempre terminaba apuntando a ella, a esa mujer, cuyas intenciones parecían que eran totalmente desconocidas. No soñé nada en particular, pero en plena noche tuve la horrible sensación de que alguien estaba mirándome desde la cama. No podía ver con claridad quien era. Tenía una forma desconocida. Segundos después, escuché: 

"¡¡¡NOOOOOOOO!!!". 

Prendí la luz casi de un salto y estuve alrededor de una hora sentado en la cama tratando de recuperar la cordura. Jamás había escuchado algo así. Era sin duda el grito de una mujer. Parecía que me hubiera gritado al oído con todas sus fuerzas. Los tímpanos no pararon de zumbarme durante los primeros segundos. Era la misma voz que escuche en el sueño del campo. Y ese grito... Parecía que la estaban lastimando. ¿Estaba tratando de decirme algo?


Noche 5
Empecé a creer que se trataba de alguna especie de espíritu. Esto estaba lejos de terminar en unas simples pesadillas. Parecía haber algo más siniestro escondido. Si esta chica realmente estaba en peligro, ¿cómo iba a poder comunicarme con ella? ¿Estaba pidiéndome ayuda? Aquellas preguntas e inquietudes me quitaban el sueño, sin mencionar la mala experiencia del último sueño. Finalmente pude tranquilizarme y traté de dormir un poco. Soñé que estaba en la terraza de mi casa, una plena noche estrellada. La luz de la luna dibujaba sombras en las esquinas que hacían sospechar una cierta compañía. Un aura oscura comenzaba nuevamente a sentirse alrededor. Esto no me estaba gustando nada. Traté de moverme y no pude. Se sentía una brisa helada que me ponía la piel de gallina.

Desde las sombras se asomó alguien. Era ella. Tenía el mismo vestido que cuando la vi en el sueño de la playa. "Por acá, dale", me dijo con la cabeza cabizbaja; "no tengas miedo". A pesar de lo que me dijo, desconfié de sus palabras: 

"¿Quién sos? ¿Por qué me seguís?", 
le pregunté. 

A lo que ella respondió: 
"Porque si no hacés lo que te digo, vas a lamentar no haberte despertado"

Y comenzó a alzar su mirada hacia mí. Me miró directamente a los ojos, pero esta vez delataba una traviesa sonrisa. Algo empezaba a retumbar, como si todo a mi alrededor comenzara a desestabilizarse. Una vibración sonora tan grave que me ensordecía. Y súbitamente desperté. Ya no había más ruido. No podía moverme de la cama. Todavía me invadía el terror del momento. Juraría que eso fue algún tipo de amenaza pero; ¿qué podía hacer yo contra eso?


Noche 6
Después de tantas vueltas, tomé una decisión. Quise averiguar qué es lo que quería de mí. No me importó cuánto me amenazara, o las consecuencias de desafiarla, no iba a dejar que me intimide, sea lo que sea... Cerré los ojos. Todo estaba negro y no había detalles visibles. Estaba caminando sobre la nada, en plena oscuridad. Caminaba en un bucle infinito. 

"¿A dónde vas?"
escucho detrás. 

Las manos comenzaban a temblarme. Sin darme vuelta, le dije: 

"Así que me encontraste, como siempre... 
¿Qué querés de mí?". 

Oí sus pasos viniendo hacia mí. ¿Qué podía hacer? La incertidumbre era inevitable. Puso su mano en mi hombro. Un escalofrío como el de la primera noche volvió a recorrerme todo el cuerpo. Sentí que no había vida en ese cuerpo. Era duro como el mármol y frío como el hielo. 

"¿Sabés que quiero?", 
me dijo mientras acercaba su cabeza. 

Y entonces, me susurró al oído: 
"Quiero sentir tu miedo..."

Inesperadamente caí dentro de una habitación. Parecía que era un sótano. Estaba con una luz muy tenue. Pero había algo particular en este lugar: todas las paredes, el piso y el techo estaban escritos con caracteres extraños y dibujos de figuras humanas. Dentro del lugar parecía percibirse la mismísima muerte. No era un lugar común y corriente. 

Otra vez sentí esa aura oscura que tanto me paralizaba. Y, entre las sombras, sorpresivamente apareció ella justo frente a mí. Mi impresión fue tal que salté hacia atrás, tropecé y caí al piso. Se acercó lentamente hacia mí y se agachó. No podía ver completamente su cara. Estaba tapada por su pelo y sus manos. Lentamente acercaba su cara hacia la mía. Sentí de nuevo esa brisa helada como la del sueño de la terraza, pero todavía más fuerte. Pensé que era mi fin. 

"¿Por qué me hacés esto? ¿No puedo ayudarte?", 
le pregunté aterrado. 

Se queda unos segundos mirándome, acercando su pálida cara cada vez más. 

Hasta que finalmente me dijo: 
"Nadie puede ayudarme. Estoy condenada..."


Lo último que recordaba fue que me despertaba a los gritos. Estaba retorciéndome sin parar en la cama. Segundos después logré tranquilizarme. Afortunadamente estaba sano y salvo en mi cama. Qué alivio... "Fue una pesadilla...", me repetía a mi mismo... Parecía tan real...

Solo espero que siga siendo un sueño...