martes, 3 de noviembre de 2015

¿Qué es la memoria colectiva?

La memoria colectiva es algo que está siempre construida sobre una necesidad del presente y, por lo tanto, también con una necesidad del futuro. Nunca se parte del supuesto de “tener memoria” porque sí; por el contrario, sean los motivos que fueren el de tener memoria, siempre será porque (en muchas ocasiones) la tendencia al olvido puede tener una capacidad de amputar el futuro.

Tomemos como ejemplo a la última dictadura militar: frente a esa situación del pasado hay muchas razones para tener memoria colectiva, principalmente por el efecto traumático que produjo en Argentina, que nos hace pensar automáticamente en la dictadura. Sus conmemoraciones, actos, murales, difusiones y demás, muestran claramente cómo la memoria colectiva responde a necesidades del presente y del futuro.

En la medida que hoy, tiempo presente, no hay una situación de justicia (y eso sumado a una política de olvido que se fomenta constantemente), a veces tiene que ser un grupo, una comunidad o un sistema, el que se tiene que convertir en el portavoz de la historia y de la memoria. Esto es: ir formando (con la suma de memorias individuales, que van enlazándose) nuestra historia local.

En Celina esto es moneda corriente, es el pan de todos los días. Mis aportes son apenas un granito de arena, junto con los de otros vecinos más, que a su manera y a su estilo tratan de cumplir esos roles. Nuestro objetivo como vecinos es que la identidad de Ciudad Celina no sea olvidada en el tiempo. Que pueda mantenerse vigente en este presente que, al igual que en sus orígenes, la presencia de los organismos del estado es casi nula.


lunes, 2 de noviembre de 2015

Bloqueado

Muchas de las cosas, generalmente cotidianas, se me olvidan y sin darme cuenta pregunto lo mismo una y otra vez. ¿Qué me pasa? Hace mucho tiempo que me sucede esto, y no sé por qué.

Por culpa de esto ya perdí a una persona que era importante para mí. "Era", tiempo pasado... porque aunque reparé el daño, la cicatriz quedó. No sé si estoy exagerando, no sé si estoy siendo muy reaccionario. No sé ni por qué me pasa esto, y lo que más me molesta es que no sé cómo encontrarle una solución.

Me enoja. De hecho, ¡me irrita! Y es tanto lo que me irrita, que finalmente me doy cuenta de que en realidad me pone muy triste. Me angustia, me es intolerable. ¿Qué hago? ¿Por qué siento que no hay manera de encontrar una solución a algo tan sencillo? ¿Por qué me produce tanto malestar?

Pensar en esas cosas me inhiben incluso para estudiar. Me siento bloqueado, incapaz de seguir estudiando los apuntes. Me dispersa, me aleja de lo que quiero concretar en ese momento y me hace sentir en la incertidumbre. ¿Por qué me siento tan incomprendido en ese sentido?

Claramente no es apropósito, no hay intención de hacer un daño. Pero no puedo liberarme de toda la responsabilidad. Porque, apropósito o no, lo hago. Y al hacerlo, la respuesta que obtengo es de ser una persona que no escucha a los demás. Y por ende, que no les interesa.

Me volvió a pasar con otra persona en la facultad. Inevitablemente me revivió la situación de aquella persona que perdí. Fue tan parecido, tan... igual. Se repitió casi la misma secuencia justamente porque accione de la misma manera.

¿Qué necesito? ¿Qué me hace falta para acordarme de aquellas cosas simples que me cuenta la gente? ¿Por qué me pasa esto? ¿Acaso entenderán los demás que no hay intención de desinterés? Y lo más importante: ¿cómo reparar esa acción sin consecuencias futuras? 

Parece un bucle infinito. Y mientras tanto sigo acá, preguntándome por qué carajo no puedo ser capaz de buscar soluciones a algo tan simple como acordarme de las cosas. Estoy podrido de hacer intentos inútiles que no dan ningún resultado. ¡Me enferma! ¡Me pone loco! Me hace frustrar cada vez más, y siento que en cualquier momento voy a golpear algo o putear a alguien por la misma bronca que me genera.

Me saca de quicio. Y lo peor es que, hasta la fecha, parece insolucionable.

(La desesperación: descripción gráfica)