Durante
años escuché a mucha gente hablar sobre el destino, sobre lo que significa
creer en él o en todo caso sobre la importancia que tiene en nuestras vidas.
Sin embargo, parecen palabras vacías ya que muchos adjudican al “destino” un montón
de cosas que no tienen explicación, casi al punto de considerarlo como algo que
está más allá de nuestro control.
Lo
mismo pasa al contrario: hay gente que opta por concluir que simplemente no
existe, que la sola idea de pensar de que hay algo alrededor nuestro que
conspira nuestras acciones es inconcebible y por tanto, la única idea posible
sobre “destino” es que solo existe lo que uno hace con sus decisiones sobre la
vida.
En
cuanto a mí, nunca pude (hasta ahora) formular mi propia visión sobre lo que es
el destino, y creo que es un poco de ambas: soy un convencido de que a veces, por más voluntad y trabajo que le ponga uno a la vida, no siempre salen las cosas como uno
quiere, es decir, no está todo al 100% bajo nuestro control, porque hay factores
externos que no dependen de nosotros, nos resulta ajeno a nuestro poder…
algunos lo adjudican a algo divino, al famoso “universo” conspiranoico que vela
por todos nosotros; yo prefiero adjudicarlo a la suerte o a la casualidad, que
aunque reconozco que suena simplista, creo que son una de las grandes
protagonistas de la vida, pero eso será tema para otra publicación.
Por
otro lado, sería ingenuo de mi parte decir que las acciones propias no cuentan:
pueden darse todos los factores externos posibles, el ambiente puede ser tan
facilitador como para que cualquiera se beneficie de él, pero si uno no es lo
suficientemente competente
como para ir a buscarlo, y en especial apelar a la perseverancia hasta conseguirlo,
es lo mismo que la nada misma.
Entonces…
¿qué termina siendo el destino para mí? Es una mezcla entre casualidad y
perseverancia. Casualidad porque sin quererlo, supera las expectativas que
uno tenía al estar buscando, y perseverancia porque hay más lugares de los que cree
en donde a uno puedan necesitarlo, sea el ámbito que sea; o si lo prefieren de forma más romántica, como diría Poldy Bird:
"En todos hay algo que los demás necesitan, algo que puede salvarte y salvar a otros".