Hace
no mucho tiempo que comencé a dedicarme a la fotografía. Mis capturas consisten
principalmente en ubicaciones de dominio público a las cuales suelen juntarse
la gente. Encontré mi punto fuerte en aquellas fotografías que muestran plazas o
parques, lo cual es una ventaja dentro del barrio donde vivo, ya que hay muchos lugares así y esto me permite que dé rienda suelta a mis fotos.
Resulta
que la semana pasada se me dio por ir probando distintos filtros para mis fotos,
de tal manera que parecieran antiguas. Probé muchos: desde tonos sepia hasta
simples granulados, pero el que más me gustó fue uno en B&N con bastante
granulado (igual que aquellas cámaras antiguas de los años ’40). Esto podría parecer
un experimento común de no ser por la sorpresa que me encontré cuando probé éste
filtro en particular.
Cuando
lo vi en la pantalla de la cámara digital, se divisaba del lado izquierdo una figura desconocida
que claramente no estaba en la plaza que había frente a mis ojos. El ruido
ambiente de los chicos jugando que escuchaba mientras miraba la foto, fue sutilmente superado por
unos zumbidos agudos que no supe de dónde venían, seguido de una repentina
migraña que incluso hasta esa noche no se terminó de ir.
Tuve
que volver a mi casa porque comenzaba a tener síntomas de gripe (tos, mareos, debilidad, etc.). No pude aprovechar más el día. Mientras
volvía, miré la pantalla de mi cámara aún encendida y había una interferencia
muy rara en ella, de manera similar a los televisores cuando pierden intensidad
en su señal. Nunca pude saber por qué. En cuanto me alejé bastante de la plaza,
la pantalla volvió a visualizarse nítidamente.
Al
llegar a mi casa y tomarme unas pastillas para la migraña, pasé todas las fotos
a mi computadora. Cuando llegue a la foto con la que empecé a sentirme mal, quedé
petrificado: esa figura desconocida era un hombre sin cara, de traje y corbata,
parado de forma estática en dirección hacia la plaza. Eso sin mencionar que
parecía medir como dos metros de alto. Una cosa fue verlo en la pantalla de la cámara, pero con la pantalla de la computadora lo veía en todo su esplendor. Era una imagen sombría,
que no parecía augurar nada bueno.
Cuando
me recuperé de la gripe, volví a ir a la misma plaza los días siguientes para
ver si volvía a encontrarlo. Pero aquel desconocido ya no aparecía. Incluso
probando otras capturas desde distintos ángulos y con diferentes filtros, pero
nada… el que me escuchara contar esto, pensaría que estoy delirando. Pero la
prueba contundente está ahí, y claramente no hay facciones totalmente humanas
en esa figura.
Fue
una experiencia rarísima. De más está decir que nunca más volví a verlo…
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