jueves, 17 de marzo de 2016

¿Municipio o empresa? (Parte II)

La repercusión que tuvo la nota anterior fue sorpresiva: de parte de los vecinos tuvo una gran aceptación, mientras que de parte de la Delegación Municipal tuvo un gran repudio. No es para menos, ya que los temas relacionados a esta entidad son siempre bastante turbios y claramente no puede escucharse voz alguna desde el lado de la Delegación. Intenté varias veces tratar de escuchar la versión del otro lado, de lograr acercar también la voz de aquellos que son tan repudiados por los vecinos, pero nunca lo conseguí.

La razón es muy sencilla: es tan sabido ya la clase de hechos realizados que no hay impunidad que valga. Escuchar a los responsables de la Delegación defendiendo lo indefendible sólo confirmaría aún más que los reclamos de los vecinos son auténticos. Puedo dar fe de ello: escucho constantemente los mismos nombres cada vez que hay alguna problemática dentro del barrio.

Sin embargo esto generó ciertos inconvenientes a “Celina Vive” a la que le llegaron quejas por parte de la Delegación. Así que es por ello que me veo obligado a terminar esta segunda parte desde un lugar más “under”, a fin de no agitar más las aguas (por ahora) y terminar perjudicando a quienes no se lo merecen.

Simplemente quiero hacer un par de apreciaciones personales respecto a lo que pasó. Y además, aclarar un par de conceptos que estuve investigando:
  1. Un municipio, en teoría, es aquel grupo de personas que está compuesto por un intendente y varios concejales cuyo objetivo es el de gobernar un territorio determinado. Por lo tanto, un delegado municipal es aquel miembro de ese grupo que los está representando.
  2.  El municipio posee ciertas funciones principales que se encargaría de cubrir en general: la limpieza, colocación de semáforos, pavimentación de calles y veredas, iluminación, creación lugares al aire libre y vigilancia policial. De más está decir que todo esto necesita un constante mantenimiento y arreglo.
Termina siendo una triste ironía que los conceptos de estas instituciones terminen siendo tan idealistas cuando hablamos de Celina. Exceptuando la construcción de ciertas plazas y la reparación de ciertas calles, pocas veces podría decir que he visto que se realicen esas actividades supuestamente básicas. No es sorpresa para ningún vecino celinence que no se priorice el bienestar del barrio, y menos el de los propios vecinos.

Pero ésta es la gran paradoja: los mismos vecinos somos también responsables de esto y no porque seamos los máximos culpables, sino porque el poder de toda una población es mucho más consistente que el de una entidad manejada como una empresa.

Es una situación delicada, ya que esto permite que estén metiéndose cada vez más en los espacios que les corresponden a los vecinos. Y así estamos: se están manejando las cosas que son de bien público como si fueran una compra/venta de productos.

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