La
repercusión que tuvo la nota anterior fue sorpresiva: de parte de los vecinos
tuvo una gran aceptación, mientras que de parte de la Delegación Municipal tuvo
un gran repudio. No es para menos, ya que los temas relacionados a esta entidad
son siempre bastante turbios y claramente no puede escucharse voz alguna desde
el lado de la Delegación. Intenté varias veces tratar de escuchar la versión
del otro lado, de lograr acercar también la voz de aquellos que son tan
repudiados por los vecinos, pero nunca lo conseguí.
La
razón es muy sencilla: es tan sabido ya la clase de hechos realizados que no
hay impunidad que valga. Escuchar a los responsables de la Delegación defendiendo
lo indefendible sólo confirmaría aún más que los reclamos de los vecinos son
auténticos. Puedo dar fe de ello: escucho
constantemente los mismos nombres cada vez que hay alguna problemática
dentro del barrio.
Sin
embargo esto generó ciertos inconvenientes a “Celina Vive” a la que le llegaron
quejas por parte de la Delegación. Así que es por ello que me veo obligado a
terminar esta segunda parte desde un lugar más “under”, a fin de no agitar más
las aguas (por ahora) y terminar
perjudicando a quienes no se lo merecen.
Simplemente
quiero hacer un par de apreciaciones personales respecto a lo que pasó. Y
además, aclarar un par de conceptos que estuve investigando:
- Un municipio, en teoría, es aquel grupo de personas que está compuesto por un intendente y varios concejales cuyo objetivo es el de gobernar un territorio determinado. Por lo tanto, un delegado municipal es aquel miembro de ese grupo que los está representando.
- El municipio posee ciertas funciones principales que se encargaría de cubrir en general: la limpieza, colocación de semáforos, pavimentación de calles y veredas, iluminación, creación lugares al aire libre y vigilancia policial. De más está decir que todo esto necesita un constante mantenimiento y arreglo.
Termina
siendo una triste ironía que los conceptos de estas instituciones terminen
siendo tan idealistas cuando hablamos de Celina. Exceptuando la construcción de
ciertas plazas y la reparación de ciertas calles, pocas veces podría decir que he
visto que se realicen esas actividades supuestamente básicas. No es sorpresa
para ningún vecino celinence que no se priorice el bienestar del barrio, y
menos el de los propios vecinos.
Pero
ésta es la gran paradoja: los mismos vecinos somos también responsables de esto
y no porque seamos los máximos culpables, sino porque el poder de toda una población es mucho más consistente que el de
una entidad manejada como una empresa.
Es
una situación delicada, ya que esto permite que estén metiéndose cada vez más
en los espacios que les corresponden a los vecinos. Y así estamos: se están
manejando las cosas que son de bien público como si fueran una compra/venta de
productos.
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