Hay tantas situaciones en juego, tanto buenas como malas, que son difíciles de
describir. Tengo la sensación de que son emociones extremas, que no hay todos
los matices en gris que debería haber… ¿Cuál es el límite? ¿Lo hay realmente? ¿Debería
ignorarlo y hacer de cuenta que tales sensaciones no existen? ¿O debería
reconciliarme con este manojo, aceptándolo tal como es?
Cada
vez que lo pienso con tranquilidad y contemplo aquellas situaciones sin
etiquetarlas, realizo que simplemente están ahí: registradas en mi cabeza sin más.
Posiblemente algo enredadas entre sí, no con objetivos imposibles pero sí difíciles
de resolver. Porque está el hecho de que a veces se acumulan tantos malestares
juntos que uno no sabe cómo accionar.
Es
como una bomba de tiempo… ¿Y ese malestar necesita germinar poco a poco hasta
que sea incontenible y habilite el accionar necesario?
No
es nada del otro mundo. Soy perfectamente consciente de que las situaciones en
sí mismas son estados y no imposiciones. El problema está en resolver qué hacer
mientras tanto para que esos malestares sean encauzados de la forma más sana
posible… Cómo poder mitigarlos al menos.
En
ese sentido, me siento incomprendido. Al menos por las personas que más
quisiera que me entiendan. Algunos sí lo hacen… otros no. Y es ahí donde no
tolero que sea incomprendido. Quizá estoy siendo muy egoísta. No creo que sea posible pretender que todo mundo me entienda...
Es
difícil, pero llevadero… al menos durante ciertas tandas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario