lunes, 14 de diciembre de 2015

Redes quejosas

Las redes sociales provocaron un giro de 180º en la forma de comunicarnos con los demás. Sin darnos cuenta, nos vimos inmersos en un metamundo donde podíamos transmitir cualquier tipo de información (más que de costumbre): textos, fotos, videos, música, e incluso dejar comentarios sobre ello.

En el caso de Celina, hay un grupo en particular que se volvió muy famoso (y que seguramente muchos ya lo conocen) titulado “Villa celina, mi barrio, mi vida”. Actualmente está llegando a los 10.000 usuarios, por lo que lidiar con semejante cantidad de gente puede llegar a resultar muy caótico.

En Facebook existen millones y millones de grupos creados, todos con una enorme cantidad de usuarios que se unen constantemente y arman foros de discusión dentro de ellos. Lamentablemente, la moderación de estos foros muchas veces deja que desear… es bastante común encontrarse con comentarios ofensivos, difamaciones, agresiones de todo tipo y hasta amenazas que obviamente jamás se cumplen.

La idea original de este grupo es (o era) justamente eso: que los vecinos tuvieran un lugar en común para discutir y planificar, pero también para accionar y generar movimiento en el barrio. Sin embargo la realidad en ese grupo (contando excepciones, claro) es otra, y esto es a lo que voy con el título de la nota.

Dentro del grupo, todo el mundo se queja, habla, opina y alardea usar la libertad de expresión, pero ninguno es capaz de volcar a la acción concreta todo lo dicho, y ahí está la historia de siempre: de pensar que no somos responsables de un cambio y que pretendemos que suceda sin hacernos cargo de la responsabilidad que tenemos como vecinos. Raras veces se pueden encontrar en Facebook grupos serios que planifiquen y accionen. Y ésta no es la excepción. La única conclusión posible es que este grupo es un mero reflejo de lo que realmente sucede en Celina: “me quejo y propongo sin querer pagar las consecuencias”, que en este caso sería hacerse cargo del cambio a generar.

Durante todo este tiempo, los vecinos que tratamos siempre de aportar lo suyo (cada uno sabe a quienes me refiero) nos cruzamos constantemente con un tipo de gente (nuevamente, cada uno sabe) que abunda mucho en este barrio, y son los quejosos. Pero no cualquier quejoso, sino a esa clase de quejoso que nunca hace nada por su barrio por más que tuviera una mínima oportunidad de marcar la diferencia. Y esa gente, lejos de sumar, resta. No sólo resta sino que además empeora la situación del barrio, puesto que así, las entidades que se supone que también están a cargo de los quehaceres del barrio (y otra vez, todos sabemos a quienes me refiero) siguen aprovechándose de esta desunión y no seguir invirtiendo en soluciones más adecuadas para todos.

Así está Celina actualmente, tal como lo refleja ese grupo: albergando muchos vecinos que no buscan empujar todos para el mismo lado, sino para el lado que más le convenga a cada uno, incluso si el barrio se viniera abajo. Desgraciadamente se adoptó una cultura de quejosos, de opinólogos y “críticos” que no accionan, que esperan un milagro para el barrio cuando en realidad el milagro reside en las acciones de cada uno de nosotros.

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