lunes, 11 de octubre de 2021

¿En qué se basan nuestras relaciones amorosas?

Hace poco me encontré con la publicación de una chica con la siguiente frase: “Si una mujer te ama, se va a enojar por cualquier tontería. Si no puedes con eso, búscate a otra que no le intereses para nada.”

En un principio uno se puede quedar atónito ante semejantes palabras… Pero luego de eso, cabe preguntarse:

¿¿¿Qué clase de provocación absurda y nefasta es ésta???

Tratá de ponerte a pensar UN MINUTO lo que te puede costar emocionalmente estar con una persona así:

  • En toda situación, por más inocua o inofensiva que sea (un retraso por tráfico, un cambio de planes forzoso, un asunto excepcional) y que no tenga que ver con ella, va a ser una excusa para pelear porque hay “falta de interés”.
  • Todos esos líos son porque “te ama” … Ese es el argumento. Generar un caos innecesario y constante con quien uno eligió para compartir cosas en común y tener proyectos juntos.

Y mis preguntas surgen… ¿no es un poco infantil azotar al otro con ese tipo de sufrimiento? Esta chica… ¿cuándo disfruta entonces el estar con su pareja? ¿POR QUÉ es el otro quien debe cargar con inseguridades que no le corresponde…? Por otro lado, la persona que recibe esto… ¿en qué lugar de la relación queda? ¿en un mero depositario de falencias ajenas?

Es entonces cuando llegamos a una pregunta fundamental: ¿en que termina basándose una relación así? ¿en descargar toxicidades a una persona que nada tiene de responsabilidad en eso? ¿no es una actitud narcisista ante la vida, donde uno hace alarde de supuestas virtudes cuando en realidad son DEFECTOS?

Una cosa es que todos podemos tener un mal día, o venir enojados de otro lado. Eso es cierto. Pero pretender que los demás deben hacerse cargo de frustraciones ajenas es evidencia de algo mucho peor: desligarse de la responsabilidad de sus emociones. La chica remata con un “si no puedes con eso búscate a otra que no le intereses para nada”. Siguiendo esa lógica, para esta chica, “amar” significa pelear con alguien todo el tiempo incluso si no hay motivo aparente para hacerlo, como los nenes… y si el otro se enoja y plantea incluso romper la relación ante otro que no lo registra, no se está haciendo valer, sino que es un “débil”, un “incapaz” de valorar a la otra persona.

Y las contradicciones siguen hasta el infinito: ¿por qué no enojarse implica necesariamente que no le interesa la otra persona? ¿por qué una cosa invalida la otra, como si fuera blanco o negro, simplificando abruptamente la dinámica de una relación?

¿En qué momento de la vida se llegó a esto? ¿Desde cuándo el dialogar, aceptar y resolver situaciones para que una relación crezca quedó dejada de lado? Evidentemente hay una tendencia actual a la actitud irresponsable, donde nadie se hacer cargo de sí mismo y se pretende que un otro sea depositario de las miserias ajenas. Es contra eso con lo que hay que luchar, y en especial en nuestra profesión: de que cada persona se haga cargo de que sus acciones en la vida, ya que para bien o para mal, tienen consecuencias.

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